top of page

NOTAS SOBRE NIETZSCHE

  • buscandoadiosps
  • 18 abr
  • 5 Min. de lectura


¡Qué bien hemos hecho, Zaratustra, al venir a verte!,

Porque tus enemigos nos habían mostrado tu imagen en su espejo

y en él aparecías como un demonio de sarcástica risa,

hasta el punto que llegaste a darnos miedo.

 

Friedrich Nietzsche

 


Nietzsche fue uno de los grandes ausentes de la biblioteca de madre, a quien nunca le atrajo la obra del filósofo alemán tan criticado en sus círculos cristianos. Por ello nunca lo leí en mi juventud, cuando la mayoría de mis lecturas procedían de la biblioteca materna, aunque pronto deduje que sería inevitable toparme con él y, efectivamente, años más tarde, encontré a su Zaratustra en la biblioteca de mi esposo, un libro comprado en su juventud que permanecía sin ser leído, como si me hubiera estado esperando.

Debo admitir que me acerqué a él con una cierta confusión y mucha expectativa. Aunque nunca había leído su obra, no habían sido escasos los textos de otros autores, admiradores y detractores por igual, que me dieron su visión personal de Nietzsche, bien colmada de elogios, bien plagada de desprecio. Lo único en común entre ellos era cuánto el filósofo había logrado afectarlos, nadie parecía quedar inmune ante su palabra. Así, cargada con ambas perspectivas, comencé mi lectura de Así habló Zaratustra.

Aún hoy, cuando finalmente escribo este artículo, que consiste en las notas que tomé mientras leía, he dudado si publicarlo, mucha agua hay ya bajo este puente.

Observo tanto rencor en ambas partes, observo la batalla y sus bajezas. Rencor que palpo en las palabras de Nietzsche y asumo reflejo del corazón que las escribe.

 Todos, Nietzsche, sus admiradores y sus detractores, parecen cargados con un rencor que me hace mirar su juicio con precaución; nunca ha sido el odio sabio compañero y el que se transparenta en las palabras del filósofo y parece colarse en el corazón de sus lectores, bien para aborrecerlo a él y a sus seguidores, bien para aborrecer a quienes critica, me deja trastocada. Leerlo trae a mí una sensación similar a la experimentada durante la lectura de El reino de Dios está en vosotros de Tolstói, ese rencor tangible entre sus líneas hace la lectura verdaderamente difícil.

Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque de él mana la vida, aconseja el libro de Proverbios y a este consejo me remito cuando el rencor toca a mi puerta. Mi corazón vale mucho más.

 

Es tangible el ánimo de revancha. Un animal herido sangra y ataca a los poderosos y sus instituciones que abusan. Entre ellos, por supuesto, la iglesia. Mira sus heridas y quiere causar el mismo daño, el mayor posible. Vestido de profeta, para mostrar cómo se traicionan a sí mismos, se asegura de ir hasta lo más sagrado que tiene su enemigo, hasta aquello que guarda como adorado tesoro. Una vez allí escupe y pisa, quiere ofender a toda costa, el rencor lo ha cegado, ya no hay manera de razonar con él.

Paradójicamente, gracias a su odio hoy la balanza tiene una inclinación más favorable, hoy yo me beneficio del sacrifico de su corazón. Visto así, Nietzsche podría ser un mártir.

¿Vale la pena juzgar la validez de su razonamiento cuando hay algo mucho más alto en juego: el alma humana? 

Leyéndole entiendo aún mejor las palabras con que Zweig habla del filósofo en su libro La lucha contra el demonio:

¡Oh, soledad, soledad, patria mía!», tal es el canto melancólico que sale del mundo glacial del silencio. (…) Pero la soledad que ha acompañado a Nietzsche en sus metamorfosis se ha ido metamorfoseando a su vez, y cuando él la mira a la cara, queda asustado, pues a fuerza de convivencia, la soledad se parece a él. Se ha vuelto cruel, violenta como él; (…) se ha convertido en un aislamiento completo, en la séptima soledad; eso ya no es estar solo, eso es estar completamente abandonado. (…) nunca un eremita o un anacoreta del desierto han estado tan abandonados, pues esos fanáticos de su fe tienen todavía a un Dios que llena, con su sombra, toda la cabaña.

Pero yo, en vez de compararlo con Goethe, como hace el biógrafo en su libro, no puedo evitar pensar en Rojas Guardia, quien de su propia soledad nos dice…

De mí depende, y de nadie más, que mi soledad se degrade a un individualismo militante, solo y ciego frente a las heridas sangrantes de mi entorno o, por el contrario, venga a ser una soledad poblada de presencias amadas, llena de atención, de tacto y de delicadeza ante el dolor ajeno. Una vez más, cristianamente hablando, esa sería la única manera de que mi marginalidad alcance el centro. La soledad es la otra cara de la comunión. Bien entendida no se opone a esta, la supone y la implica.

De los dos, queda claro quien hizo un mejor trato con su soledad.

Nietzsche, con sus líneas, añade su grano de arena al rencor que de mano en mano nos vamos pasando.

Observo tanto rencor en ambas partes, observo la batalla y sus bajezas. Rencor que palpo en las palabras de Nietzsche y asumo reflejo del corazón que las escribe. Pienso que es y será siempre un incomprendido, es fácil, debido a lo agresivo de su verbo, pensar lo peor de él.


En su asco se revela contra todo y contra todos, por ello tantos lo han clamado para sí, apoyándose en la parte de su discurso que mejor les sirve para atacar a sus enemigos. ¿Vale la pena juzgar la validez de su razonamiento cuando hay algo mucho más alto en juego: el alma humana?

Su posición es ciertamente comprensible, producto de ese daño que nos vamos haciendo los unos a los otros y cuya onda no parece que vaya a detenerse. Nietzsche, con sus líneas, añade su grano de arena al rencor que de mano en mano nos vamos pasando. Es este un sentimiento que tiene dos responsables, el que lo gesta y el que lo acepta, por ello no fue Nietzsche ni su Zaratustra quienes mataron a Dios, fuimos todos.

Ahora que el veneno ha sido finalmente desalojado, la costra de rencor que cubre su corazón deja ver tras ella la carne vulnerable, esa pulpa que aún quiere creer.

Cada vez siento más que Nietzsche ha sido mal interpretado, encuentro a veces dejos de Verdad que parecen sacar la cabeza para mostrarse en medio del pantanal.

 

La segunda mitad del libro sugiere que su corazón se ha calmado luego de haberse vaciado de odio (el cual, desafortunadamente, derramó sobre nosotros). Ahora que el veneno ha sido finalmente desalojado, la costra de rencor que cubre su corazón deja ver tras ella la carne vulnerable, esa pulpa que aún quiere creer. ¿Será este un Nietzsche más verdadero, ahora que se ha roto la careta?

 

Para entenderle debemos disponernos a cambiar nuestro significado de las palabras (los buenos no son buenos, los justos no son justos…). Es como pasar al otro lado del espejo de su mano, nada es ya lo que parece, nos percatamos de que una ironía profunda se había colado en su léxico torciéndolo todo. Quizás por ello nos dice ¿Habéis entendido, hermanos míos, lo que ahora os digo?

Podría decirse que a Nietzsche hay que escucharlo sin juzgar y leerlo sin carga cultural, ¿pero es eso verdaderamente posible?

 
 
 

Comentarios


Ya no es posible comentar esta entrada. Contacta al propietario del sitio para obtener más información.
Únete a mi lista de correo

Gracias por enviarnos tus datos

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

  • Blanco Icono de Instagram
bottom of page