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JUNTO AL POZO

  • buscandoadiosps
  • 15 sept 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 29 oct 2023


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Samaritana. Julio Romero de Torres (fragmento)

Para mi hermana Alicia, de quien bebo.


¡Oh amantes!

¿A dónde os dirigís?

¿Qué es lo que andáis buscando?

Aquí mismo se encuentra vuestra Amada.


Vive a vuestro lado

ocultando su rostro

y escondida tras los velos.

Os llama, pero la buscáis en vano,

extraviados,

en la desolación y en el desierto.


Rumi



Hay temporadas en las que mi tiempo de oración parece un árido desierto, un monólogo absurdo carente de Amado. Mi interlocutor se esconde, me deja entristecida, deseándolo –¿o soy yo quien cerrando los ojos se niega a verlo?–. Desolada, me cobijo bajo el recuerdo de un voraz incendio ahora convertido en carbones humeantes.


El síndrome de abstinencia exaspera mi alma que busca anhelante el único elixir que logra librarla de sí misma, que logra suspenderla dejando al fin que el Amado me ocupe, llenando con Su presencia espacios habitados por vacuos deseos, haciendo que lo temporal desaparezca como algodón de azúcar al contacto con mi lengua. Sé que luego del éxtasis la satisfacción será plena, sé que nada más puede saciarme así.


Mi hermano es el pozo en el cual la Samaritana llena su cántaro mientras espera el agua que ha de saciarla para siempre.

¿Qué hacer entonces cuando Él se esconde, si no hay reemplazo posible que alivie la ausencia? Insisto tercamente desde mi soledad y allí recibo esta palabra que intenta nivelar mi balanza: Dios, dejando caer una pequeña certeza que baja hasta mi pecho, me señala a mi hermano, aquel que junto a mí sufre la misma espera, otro huérfano que, como yo, intenta saciar sed de eternidad. Le miro y observo en él la misma sequedad, el mismo hambrear y en un extraño trueque divino su sed sacia la mía y mi sed la suya.


En este mundo, donde los encuentros con la Divinidad parece que escasean, la comunión con el otro –la verdadera comunión, aquella donde dos almas anhelantes intentan, con la mutua compañía, hacer ligera la espera– es nuestro mejor consuelo. Mi hermano es el pozo en el cual la Samaritana llena su cántaro mientras espera el agua que ha de saciarla para siempre.


PD. Buscando una imagen con la cual acompañar esta publicación, encontré esta de un cuadro de Julio Romero de Torres que se me antoja como perfecto eco para mis palabras. En él, la Samaritana no mira a Jesús, que tras ella intenta hacerse escuchar, me mira a mí, como diciendo: ven, saciemos juntas algo de esta sed.

 
 
 

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