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MI DIOS

  • buscandoadiosps
  • 15 mar 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 29 oct 2023


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Dios es para mí, principalmente, un Padre amoroso. Entrar en su presencia es penetrar el gozo. Aún la corrección, que jamás me escatima, es para mí reflejo de un Amor tan elevado y puro que no puedo más que agradecer, llegando incluso a desear su mano severa, pues me acerca a Él un poco más.


Anhelarlo es un ejercicio que me absorbe y en el que me deleito. Mucho de ese anhelo callo con frecuencia, ¿cómo explicar a mi hermano que el pensar en morir pone en mi rostro una sonrisa?, porque es ir a Dios, a quien me paso las horas deseando, es Él poniendo fin a tanta distancia que quebranta. Gimo:


¿De qué me sirven los ojos

si no te puedo mirar?

¿De qué me sirven las manos

si no te puedo tocar?

¿De qué me sirve este pecho

cuando te escondes en él?

¿De qué me sirve esta vida,

la vida que tú me diste,

si el encontrarte es morir?


La soledad, magnífica compañera, me regala cada madrugada la oportunidad de descubrirle, de escuchar Su susurro en mi pecho deseoso, de entregarme lo mejor que puedo cuando aún me encuentro bajo el yugo de la carne. Salgo siempre cambiada del encuentro, el mundo poco a poco se va desfigurando, pierde sentido, se me desarticula. Se aligera la densidad del velo que cubre mi mirada y ya no observo de la misma manera, todo problema es ahora nimiedad, las angustias cotidianas se disuelven en una nada intangible. Canto:


¡Qué triviales son estos sentimientos

que brotan en mi pecho

llenándome de miedo!


Trivial, todo lo que deseo

lo que mi carne ansía

para satisfacerse.


Trivial, estar en lo correcto

ganar una disputa

obtener lo que anhelo.


Triviales, los vanos pensamientos

que secuestran mi mente

dictándome sentencia.


Triviales, los problemas del mundo

mis angustias de madre

mis absurdas carencias.


Él ha sabido banalizarme al mundo, la Vida que me ofrece pesa hoy más en mi balanza, es ella lo único imprescindible.


Al Amor lo percibo como el verdadero poseedor de mi destino, nada puede arrebatarme de Él.


Todo esto es mi Dios, mi Amado, mi Todo, mi Absoluto. Danzo:


¡Bendita soy mil veces, un millón, un millardo!

cuando en mi noche oscura descubro que me habitas

cuando en mi soledad puedo sentir tu aliento

cuando a pesar de todo, de mi error, mi pecado,

miro hacia Ti y encuentro

que sin menor esfuerzo penetro en tu sosiego,

y calmo allí mi sed

y espanto mis fantasmas

y desde allí te pido

que me cambies por dentro.

 
 
 

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